domingo, 21 de diciembre de 2008

La revolución sin divas

Mucho se ha teorizado ya sobre las falencias de la izquierda para seducir al proletariado argentino. Casi tanto papel se ha empleado en ello como en pronosticar el fin del capitalismo ante cada estornudo del sistema. Pero poco o nada se ha dicho sobre el que es, quizás, el principal obstáculo hacia la sociedad de iguales: las divas de esta Nación, verdaderas líderes populares, simpatizan con la derecha.

Mirtha Legrand y sus pomposos almuerzos, Susana Giménez y su living más famoso y Moria Casán, quien cambió las tardes con su “si querés llorar, llorá”, no son, precisamente, vehículos que conduzcan a la masa hacia el fin del capitalismo. No tenemos a una Bombita Rodríguez entre nosotros que promueva, vía concursos televisivos, SMS o torneos de baile, las utópicas bondades del socialismo, el comunismo o el anarquismo.

Muy por el contrario, escuchamos a la dama de los mediodías preocuparse por el avance del “zurdaje”, a Sú quejarse porque el corralito significaba el arribo del comunismo al país y escandalizarse por el fin de las AFJP y a Moria apoyar decididamente a Menem en las presidenciales de 2003.

Nuestras divas disfrutan de veranos en Punta del Este y de compras en Miami. Concentran a las familias de los Sujetos de la Historia en la puerta del tradicional Hermitage marplatense con pancartas que rezan “San Nicolás presente” o “Mirtha, estás divina” en vez de “Socialismo o barbarie” o “Patria o muerte”. Prefieren a Versace antes que a Marx, Lenin o Bakunin. Creen que Rosa Luxemburgo es una variedad europea de la flor.

He aquí un gran problema sobre el que los teóricos de la izquierda no han puesto la atención suficiente. Tenemos futbolistas de izquierda, como el Coco Ameli y Diego, que -contradicciones al margen- se tatuó en la piel y para siempre al Che y a Fidel. También artistas populares, como Mercedes Sosa, León Gieco y Víctor Heredia, provisoriamente corridos hacia el kirchnerismo pero siempre simpatizantes de la causa. Y hasta algunos actores y actrices, aunque más pendientes del teatro San Martín que del prime time. Pero no tenemos divas.

Quizás Flor de la V sea nuestra esperanza. Transgresora ella desde su esencia, sus ácidos comentarios y su desparpajo son armas a tener en cuenta por cualquier iniciativa liberadora y de masas. Sólo habría que acercarla a la Causa.

Altamira, Walsh y Ripoll: dejen por una vez sus diferencias doctrinarias de lado y hagan un esfuerzo patriótico. Vayan a buscarla.

martes, 16 de diciembre de 2008

Por qué no compraré el 0 km del Gobierno

No tuve que meditarlo mucho. Sólo saqué un par de cuentas en base a experiencias personales y concluí que no tengo que cambiar el auto para salvar a la Patria de la recesión, sino seguir como hasta ahora.
¿Por qué? Con mi Testarossa, que oportunamente fue citada en este espacio, inyecto dinero directamente en el consumidor, sin la intermediación de bancos, concesionarias ni terminales automotrices.
Mecánicos -generalistas y de la más variada gama de especialistas-, cerrajeros, servicios de grúa, entre otros, se salvan de la crisis gracias al desinteresado esfuerzo de servidores como quien escribe, que se empeña en mantener su auto a pesar del paso de los años.
Un ejemplo práctico.
Con los $ 330 invertidos entre ayer y hoy en cambiar el tambor de arranque le di trabajo:
  • Al servicio mecánico del ACA, para que intentara sacar el pedazo de llave que quedó metido en el tambor.
  • Al cerrajero que vino a sacarme de la urgencia cuando el ACA no pudo.
  • A la casa de repuestos que me vendió el tambor nuevo.
  • Al mecánico, que si bien lo cambió “sin costo” porque me había puesto el tambor de la discordia un par de meses antes, ya paga la universidad de sus hijos gracias a mi aporte mensual, que debe promediar los $ 500 en el último semestre.
Así es como se pone de pie a la economía. Me siento el iniciador del círculo virtuoso del empleo en tiempos turbulentos. Keynesianismo puro.
Gracias, Testarossa, por inflarme el pecho.
Viva la Patria.

sábado, 13 de diciembre de 2008

La hermana más hermosa

Votamos radicales
peronistas
frepasistas
militares, curas
fetas de salame, clementes
y más peronistas

juzgamos
pusimos punto final
indultamos
reculamos
volvimos a juzgar

marchamos a la plaza
con madres, abuelas,
docentes, camioneros, ruralistas,
un ingeniero

por justicia, trabajo, educación, inclusión
por seguridad
contra el gatillo fácil -aunque éramos menos-.

contra los milicos
contra los montos
contra el olvido
contra el revanchismo

dijimos que con los militares no pasaba
que con los peronistas no pasaba
que los radicales no pueden

creamos alianzas, frentes, coaliciones
chachos, bordones, lilitas

tuvimos hiperinflación, saqueos
convertibilidad,
recesión, saqueos
tasas made in Taiwán
tasas chinas

privatizamos
pedimos renacionalizar
nacionalizamos
pedimos privatizar

fuimos a Miami
exportamos alimentos
produjimos pobreza y desnutrición

pedimos que se vayan todos
que vuelva Carlos

elegimos
nos equivocamos
volvimos a equivocarnos
y a elegir, etcétera

que sigan los éxitos
Felices 25

miércoles, 26 de noviembre de 2008

El club del barrio


Alguien tuvo la brillante idea de convertir al club en el que me crié en el ammenity de un edificio de departamentos para venderlos a, digamos, 1000 dólares el metro cuadrado. Ese alguien, de apellido Cúneo, promete que así va a sacar al club de la quiebra y que algún día puede instalarse en otro lado con algo de plata en sus arcas, o quedarse en la planta baja del lujoso edificio que planea hacer. Ese alguien, de apellido Cúneo, quiere ser el presidente del club al que quiere transformar en el ammenity del edificio. Y también quien comercialice esos departamentos, en la manzana más codiciada de San Miguel, a tres cuadras de la plaza y a dos del centro comercial.
A la distancia, desde los 90 km que separan a mi casa actual del club, vivo todo eso con nostalgia y bronca. No puedo imaginarme que la cancha de básquet en la que jugué tantos años, la pileta y el playón de todos esos veranos, el gimnasio y todo lo demás sean otra cosa. Tampoco que la escuela que educó a mis tres hermanos no sea una escuela y sí, quizás, un salón de fiestas para propietarios del edificio y sus invitados. Pero alguien, de apellido Cúneo, sí se lo imagina.
Haber visto en la tele a San Miguel a punto de desaparecer me dio ganas de llorar, o de vomitar estas palabras que tipeo despojado del defecto profesional que me pide cabeza fría para contar e interpretar hechos. Cuenta la historia que un juez de la zona, de apellido Prato, quiere encuadrar la situación del club en una Ley de Entidades Deportivas N° 25.284, que evita su desaparición. Vale decir: si Racing no quebró con una deuda mucho mayor a los 5 millones de pesos que debemos, por qué debe hacerlo el Trueno Verde –así le dicen a mi club-, cuando el Estado, la ley o ambos lo pueden amparar. Pero alguien, de apellido Cúneo, que quiere ser presidente de ese club, piensa que es mejor que el club quiebre, que ceda los terrenos, quizás mandarlos a remate, y quedárselos.
Ochocientos alumnos tiene la escuela y 3000 chicos, jóvenes, grandes, ancianos, nadan, juegan básquet, bochas, fútbol, bowling, vóley, hockey, hacen judo, pesas, natación, gimnasia deportiva en mi club. Hasta sociales hacen en sus quinchos. Y todavía debe estar en el sucucho del fondo el manojo de viejos timberos que se juntan desde tiempos inmemoriales todas las noches, naipes de por medio, a mentirse como políticos.
Verlo a Alfredo en la tele defendiendo al Trueno me infló el pecho. Amigo de la familia, eterno intendente frustrado del partido y orgulloso ex presidente del club, pero sobre todo un tipo honesto, Alfredo se puso la camiseta verde y blanca otra vez y mandó al frente a un tipo, de apellido Cúneo, que quiere hacer un edificio con ammenities en San Miguel, ante los 11/15/17 puntos de rating de CQC.
Me acuerdo de la cancha, de la Primera B, del Nacional B, de Cameroni, el pecho frío de Artaza y Christian Giménez. Y del viejo con vozarrón de faso, mucho faso, que puteaba hasta la disfonía a cuanto referí y técnico contrario osara meterse con el Trueno. Ese tipo hacía del insulto un arte. Me imagino las cosas que le diría a alguien, de apellido Cúneo, que quiere hacer de ese club que le dio tantos infartos y alegrías dosificadas un complejo habitacional de la hostia.
Todavía conservo el carnet de socio, en el que me miro rapado, foto en blanco y negro, con 8 años o menos y una cabecita diminuta. Ningún hijo de puta, de apellido Cúneo o cualquier otro, puede robarme estos recuerdos. Mis recuerdos no pueden transformarse en el ammenity de un edificio top en la manzana más codiciada de San Miguel. Me gustaría que tantos otros chicos como el que fui puedan atesorar los suyos. Pero a alguien, de apellido Cúneo, no.

jueves, 20 de noviembre de 2008

Perejiles (vos dale para adelante, Daniel)*

Mi nombre es Florencia Arietto, y soy una de las abogadas de Brian, el chico de 16 años QUE LA POLICÍA ELIGIÓ PARA SER EL ASESINO DEL INGENIERO (Ricardo Barrenechea).
Más allá de que a pesar que el juez Ribeiro procesó a Brian, cosa que hemos visto por los medios pero que aún NO HEMOS SIDO NOTIFICADOS POR EL JUZGADO, no hay pruebas en la causa.
La campaña mediática del poder es grande, pero la VERDAD ES HIJA DEL TIEMPO NO DE LA AUTORIDAD COMO DECÍA KANT.
Es por eso que pedimos ayuda. Sé por amigos que me lo han dicho, que han tildado de SUBVERSIVOS a los periodistas que nos dieron un espacio para contar nuestra verdad.
Se comenta que hay una decisión política de mano dura velada, y no importa quién cae, nadie firmará la libertad de Brian aunque la causa se caiga toda. Y en esta batalla, que estamos perdiendo ante el estado policial, y pese que tengo 30 años y no he vivido la etapa de la dictadura en carne propia, me siento como los desaparecidos que, cuando pedían ayuda, les decían ALGO HABRÁS HECHO. Brian es villero, y por serlo ALGO HABRÁ HECHO PARA ESTAR PRESO.
Necesitaban un asesino, al voleo y sin pruebas pidieron su detención, de hecho un testigo de "identidad" reservada tiró el nombre de él y un alias "el negro", que no es este Brian detenido, y un domicilio, que resultó no ser el domicilio de la casa de Brian, sino de Jonathan el otro detenido. O sea buscaban a un Jonathan con nombre Brian, pidieron la captura de Brian sólo por un testigo que tiró un nombre como tiró muchos más, y cuando vieron que eran del mismo barrio junto con Jonathan, se llevaron a los dos.
La causa cerraba, pero salieron los maestros (que linda palabra) a defender a BRIAN... el pibe que jugaba de 10 en la canchita del Güemes Juniors de Ciudad Evita y quería ser como Riquelme, y porque así lo dispuso la policía se convertía en EL ASESINO.
Necesitamos que se difunda que están operando fuerte desde la fiscalía y la jefatura de policía para que esto no salga a la luz, necesitamos dar la pelea porque sino tendremos un estado policial encubierto y en vez de avanzar volveremos con otros matices a la época más oscura de nuestro país, porque como todos sabemos, EL MAL ABSOLUTO, toma distintas formas según lo necesite.
Ayudemos a Brian, no permitamos que lo conviertan en un chacal.
Por los miles de Brian.
"EL TERROR SE BASA EN LA INCOMUNICACIÓN, DIFUNDA ESTA INFORMACIÓN, VUELVA A SENTIR LA SATISFACCIÓN MORAL DE UN ACTO DE LIBERTAD". R. Walsh
Florencia Arietto

* Florencia Arietto hizo circular esta carta por mail. "Necesitamos que se difunda la situación de Brian y meter presión para que lo larguen, porque es un papelón la causa", me dijo. Y me sentí tocado por la cita a Walsh. Así que... ¿bajamos la edad de imputabilidad o buscamos una justicia mejor, Dani?

miércoles, 19 de noviembre de 2008

Llame ahora


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martes, 11 de noviembre de 2008

¡Mano dura, Daniel!*


En Arizona, Estados Unidos, un nene de 8 años que mató a su padre de un tiro va a ir preso y está bien, porque a esa edad ya saben que matar, robar, violar y hasta drogarse –con esto de la Internet, los chicos aprenden rapidísimo-, es malo. Y si los americanos, que eligieron a un presidente negro y nos dieron un ejemplo de democracia, mandan en cana al pibe de 8 y hasta pueden condenarlo a muerte, debe estar bien.
Claro, en Arizona ganó McCain, que es de Arizona, es senador por ese estado, es republicano y no es negro. Pero es un héroe de guerra. Y claro que ellos tuvieron un montón de guerras, con la consecuente cantidad de héroes. Pero un héroe es un héroe, y hay que respetarlo, reverenciarlo y, sobre todo, hacerle caso.
Así que dale para adelante, Daniel, bajá la edad de imputabilidad. Porque en este país la Justicia tiene puertas giratorias. Y a los chicos les encantan las puertas giratorias, son como calesitas.
No escuches a los que tildan de maldita a la policía sólo porque a algunos se les va la mano en los interrogatorios o meten presos a perejiles. Son los mismos que les echan la culpa a los militares por haber malacostumbrado a los uniformados. Pero con ellos, con los milicos, esto no pasaba, Daniel.
¿Qué sabe esa Martha Arriola, a la que tenías como subsecretaria de Niñez y Adolescencia en el Ministerio de Desarrollo Social, de chicos? Hiciste bien en rajarla, Daniel. ¿Cómo se le ocurre decir que, con todo lo que pasa, bajar la edad de imputabilidad no soluciona nada y sólo criminaliza a los pibes? Mejor escuchá a Claudio Zin, que por algo trabajaba en la tele. O a Carlos Bilardo, que (¡mirá a dónde lo llevaste!) vuelve a la Selección, porque es un patriota y primero está la celeste y blanca, después la familia y, por último, la función pública.
Los pibes seguro que van a pensar dos veces antes de meter caño. Porque en la escuela aprendieron que robar es malo y el que lo hace va a la cárcel. Así que, si los amenazamos con meterlos presos, seguro que no lo hacen más. Y si sí, chau, en cana, a pensar en lo que han hecho. Porque para algo está la escuela. Y en este país, no va a clases el que no quiere.
Vamos, Daniel, dale para adelante.

* La verdad de la milanesa no se responsabiliza por el dejo ácido del título ni el sarcasmo contenido en las palabras escritas por el autor, que tampoco se hace responsable.

martes, 4 de noviembre de 2008

Banderín arriba




Últimamente quedo en off side más que de costumbre. Termino metido en discusiones que preferiría evitar y la defensa da ese pasito adelante que me deja fuera de juego. Es como si, contra mi voluntad, comprendiera a tipos que cobran el 30% de comisión por un trabajo que en otros lugares del mundo vale menos del 5% y que ahora, pobres, están por quedarse sin nada. O como si entendiera a quienes piden que les devuelvan lo que iban a ganar, que es más de lo que venían ganando. Y todo por no estar de acuerdo con ellos.

Veo banderas del MST vitoreando a la Sociedad Rural y a piqueteros abrazándose con ejecutivos de cuello blanco y río con sorna, orgulloso de que no llego ni llegaré a tanto. Pero sentir que no soy el único que quedó en posición dudosa no me tranquiliza.

“¿Cómo llegaste a esto?”, me pregunta el estudiante de la UBA que hay en mí y leyó a socialdemócratas, marxistas, peronistas de izquierda, anarquistas, y abrazó esas ideas en ese orden –o desorden.

Concluyo que no es mi culpa. Que ellos robaron mi discurso y lo vaciaron de contenido. Reemplazaron ideales por estadísticas y números que, en muchos casos, dibujan en función de sus intereses. Llegan al extremo de hablar de redistribución cuando crece la pobreza y el salario real baja.

Yo hablaba de redistribución del ingreso, pero quería decir otra cosa. También de justicia social, de mejores servicios públicos para todos, de salarios y remuneraciones dignas, de defender y darle oportunidades a tipos que crecieron en la nada de nada. Pero no me refería a esto.

Siento que, dichas por ellos, mis palabras pierden absolutamente todo el sentido reivindicatorio que tenían. Las escucho vacías, graciosas. Pero lo peor no es eso. Lo peor es que nos dejan en off side a los que creemos en ese discurso, mientras que por los costados entran los otros, los que enarbolan la libertad del doble apellido, defienden la propiedad que heredaron del tatarabuelo y se llenan la boca hablando de la misma democracia que reventaron cada vez que consideraron peligrosa –muertos de por medio.

No es mi culpa, me repito. Sigo creyendo en la redistribución del ingreso, en la igualdad de oportunidades, en la justicia social, aunque ya no sé si llamar así a lo que quiero o inventarles otros nombres.

Y mientras me enredo entre las letras y les busco algún significado, el clásico rival triangula, llega a posiciones de gol y amenaza con romper el arco de la mina del atril. El partido es entre ellos y los otros. Nosotros quedamos en off side.


miércoles, 29 de octubre de 2008

Crisis de pareja


No me mires así, como tirándome en la cara todo lo que pasamos juntos. Si no duermo es por tu culpa, no te hagas la víctima. Me acuerdo de cuando nos conocimos, hace ya 13 años. Llegaste a casa y fue amor a primera vista. Nos veíamos a escondidas hasta que cumplí los 17 y pudimos hacerlo oficial. Y al tiempo fuiste todo mío. Mejor; no me gustaba compartirte.
No podés recriminarme nada. Siempre te traté como a una reina. Alguna vez te maltrataron en la calle y me desviví para arreglarlo. En muchas ocasiones hasta me ofrecieron plata por vos y sabés muy bien que rechacé cada oferta porque no había billete que pudiera interponerse entre nosotros. Y si algo de eso cambió no es por mi culpa. No me mires así.
Cuántos amigos compartimos, cuántas tardes de mate, noches de otras cosas, viajes, el mar. Llevamos a algunas y llegamos a la más hermosa. Nos enamoramos de ella. Paradójicamente, eso reforzó lo nuestro, nos hizo más compinches. Era un placer recorrer juntos los 90 kilómetros de autopista para verla, que se suba, pasear, amar.
Hace poco nos mudamos juntos los tres y empezaron los problemas. Vos los empezaste. Te pusiste celoso, no sé, no me mires así. Y eso que te regalé un tanque de gas para que me acompañes a todos lados. Vos, que disfrutabas empacharte de súper, me dejaste varado esa misma noche en la entrada de una Shell, bien de caprichoso.
Me dio culpa y quise reconquistarte con amortiguadores, cubiertas, un alternador, una cremallera. Arreglamos metódicamente, con paciencia oriental, sábado a sábado, esas imperfecciones que los kilómetros y los años que ocultás como diva trajeron.
Pero siempre querés más. Te dan esos desplantes en medio de la noche que me hacen odiarte por interminables segundos. El tambor de arranque, la batería, el cable del acelerador… ya no sé qué hacer.
Por eso pensé en que lo mejor sería distanciarnos, entendeme. Nada se va a comparar a lo nuestro. Sé que es imperdonable que te pida que me acompañes a ver a otros. Me quita el sueño imaginarme lejos tuyo. No me mires así; hacés que sienta que nos merecemos otra oportunidad. Ayudame.

miércoles, 22 de octubre de 2008

Estimado Bono

Nos dirigimos a usted porque pensamos que es el indicado para frenar lo que ocurre en estos días. Quizás pueda organizar un concierto, visitar al Papa o reunirse con George W. Bush y Gordon Brown para persuadirlos de que están errados. O ponerse al frente de una campaña mundial de concientización, sin ser exhaustivos ni pretender anular su probada creatividad.

Pasamos a explicarnos.

Hace dos semanas, los países desarrollados anunciaron multibillonarios rescates a bancos también multibillonarios. Los estados más ricos coordinaron poner en el sistema financiero algo así como 4,5 billones de dólares (U$ 4.500.000.000.000) para evitar el colapso del capitalismo tal como lo conocemos, que supuestamente podría derrumbarse por culpa de esos mismos bancos. Eso, sin tener en cuenta los paquetes de ayuda fiscal y demás desembolsos prometidos para la economía real.

Debe estar al tanto de que en el mundo hay 1500 millones de personas que viven con menos de un dólar al día (U$ 1), según las Naciones Unidas. Si a ellos se destinara ese dinero –muchos viven en África, que tanto agradece su constante preocupación - tendrían 3.000 dólares cada uno para montar un emprendimiento.

Podríamos ampliar más la cantidad de posibles beneficiarios de esa ayuda que los países desarrollados están dispuestos a brindar. El mundo tiene, siempre según la ONU y sus derivados, 2.700 millones de pobres. Cada uno recibiría 1800 dólares si se repartieran entre ellos los U$ 4.500.000.000.000. Una familia tipo, de cuatro integrantes, contaría así con 7.200 dólares.

No pretendemos tal exageración libertina, ingenua y nada capitalista. Pero creemos que el ejemplo es válido para llamar su atención.

Nos gustaría agregar que en nuestro país, Argentina (madres de Plaza de Mayo, Abuelas de la misma Plaza, Maradona...), necesitaríamos apenas el 0,046% de ese dinero al mes, 2.100 millones de dólares, (U$ 2.100.000.000) para erradicar la pobreza, ya que el oficial Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) estima que 7,12 millones de personas no cubren una canasta básica valuada en 300 dólares.

Con esto, entiéndanos, no pedimos detener los necesarios paquetes de ayuda. Nos gustaría, si no es mucho pedir, redireccionarlos. Probablemente usted tenga su dinero repartido entre varios de esos bancos. Pero confiamos en que sabrá dejar sus intereses de lado en pos del bien general.

Sin otro particular, y a la espera de una pronta respuesta o de un próximo disco, lo saludamos muy atentamente

Staff de la verdad de la milanesa

jueves, 16 de octubre de 2008

¿Quién?

Me llamo Esteban –me contó mi vieja- porque era el nombre del galán de una telenovela, médico él, que la cautivó cuando estaba embarazada. También me dijo que quería tener una nena y llamarla Julieta. Y que fui Julieta, más o menos, hasta el séptimo mes de gestación.

Esteban quiere decir corona o coronado en griego, supe tiempo después gracias al Libro de los Nombres. Pero, de chico, algunas señoras grandes y algo sordas me decían Sebastián. Durante mi infancia y adolescencia fui Sebastián y tuve infinidad de apodos que mi memoria prometió olvidar.

Muchos me conocen como Rafael, un lindo nombre, que suena a pintor y también a mi apellido. Suelo mandar un mail y firmarlo Esteban Rafele, y recibir como respuesta un “Estimado Rafael” que ya ni me molesto en corregir.

Pero algo cambió hace unos días, cuando descubrí que para Multicanal me llamo Estaban. Eso dice la factura del cable y también el folleto de una amigable promo de banda ancha que me saluda “Hola Estaban” e intenta ganarse mi confianza. Fue entonces cuando me percaté de que el alquiler que pago mes a mes se lo cobran, en realidad, a Estaban.

Así pasé de rememorar a un admirado galán de la tele con nombre de rey a ser el pretérito imperfecto de la tercera persona plural de un verbo. El poco orgullo que me quedaba se resquebraja.