De un día a otro, algo cambió en la manera que tengo de ver la cosa. Un par de mensajes de texto, algunos mails en cadena bastante creíbles y un poco -no mucho- de calle me hacen dudar de los números oficiales. Veintiséis muertes al momento de escribir esto cuenta el Gobierno. Pero de varios lados dicen que hay más.
Un SMS de alguien que suele tener buena información dice que en una reputada clínica de bandera neutral ya cuentan cuatro muertos por la Influenza A. En otro sanatorio también reputado de Capital habría nueve. Entre ellos, ningún colombiano, por suerte, por ese fútbol que suelen practicar, tan lejos de los arcos.
Un supuesto mail de un supuesto secretario de salud de San Miguel habla de otros seis muertos en ese partido, con bastante detalle para que los que conocemos la zona nos lo tomemos en serio.
Estudiantes de medicina que recorren hospitales públicos con más asiduidad que mucha otra gente dicen que la gripe los está colapsando.
La gripe antes conocida como porcina y ahora llamada Influenza A (porque la culpa no es del chancho) se expandió por el país a pesar de medidas efectistas, como haber suspendido contacto aéreo con México y sus barbijos.
Mil y pico de infectados de un virus relativamente fácil de prevenir y curar (alcohol en gel para lo primero, correr al médico para lo segundo) muestran ciertas deficiencias en municipios, provincias y el estado nacional.
Dicho en pocas palabras: llegaron tarde y mal.
Mañana hay elecciones. Quizás el lunes empiece a tomarse esto un poquito más en serio.
sábado, 27 de junio de 2009
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