miércoles, 29 de octubre de 2008

Crisis de pareja


No me mires así, como tirándome en la cara todo lo que pasamos juntos. Si no duermo es por tu culpa, no te hagas la víctima. Me acuerdo de cuando nos conocimos, hace ya 13 años. Llegaste a casa y fue amor a primera vista. Nos veíamos a escondidas hasta que cumplí los 17 y pudimos hacerlo oficial. Y al tiempo fuiste todo mío. Mejor; no me gustaba compartirte.
No podés recriminarme nada. Siempre te traté como a una reina. Alguna vez te maltrataron en la calle y me desviví para arreglarlo. En muchas ocasiones hasta me ofrecieron plata por vos y sabés muy bien que rechacé cada oferta porque no había billete que pudiera interponerse entre nosotros. Y si algo de eso cambió no es por mi culpa. No me mires así.
Cuántos amigos compartimos, cuántas tardes de mate, noches de otras cosas, viajes, el mar. Llevamos a algunas y llegamos a la más hermosa. Nos enamoramos de ella. Paradójicamente, eso reforzó lo nuestro, nos hizo más compinches. Era un placer recorrer juntos los 90 kilómetros de autopista para verla, que se suba, pasear, amar.
Hace poco nos mudamos juntos los tres y empezaron los problemas. Vos los empezaste. Te pusiste celoso, no sé, no me mires así. Y eso que te regalé un tanque de gas para que me acompañes a todos lados. Vos, que disfrutabas empacharte de súper, me dejaste varado esa misma noche en la entrada de una Shell, bien de caprichoso.
Me dio culpa y quise reconquistarte con amortiguadores, cubiertas, un alternador, una cremallera. Arreglamos metódicamente, con paciencia oriental, sábado a sábado, esas imperfecciones que los kilómetros y los años que ocultás como diva trajeron.
Pero siempre querés más. Te dan esos desplantes en medio de la noche que me hacen odiarte por interminables segundos. El tambor de arranque, la batería, el cable del acelerador… ya no sé qué hacer.
Por eso pensé en que lo mejor sería distanciarnos, entendeme. Nada se va a comparar a lo nuestro. Sé que es imperdonable que te pida que me acompañes a ver a otros. Me quita el sueño imaginarme lejos tuyo. No me mires así; hacés que sienta que nos merecemos otra oportunidad. Ayudame.

miércoles, 22 de octubre de 2008

Estimado Bono

Nos dirigimos a usted porque pensamos que es el indicado para frenar lo que ocurre en estos días. Quizás pueda organizar un concierto, visitar al Papa o reunirse con George W. Bush y Gordon Brown para persuadirlos de que están errados. O ponerse al frente de una campaña mundial de concientización, sin ser exhaustivos ni pretender anular su probada creatividad.

Pasamos a explicarnos.

Hace dos semanas, los países desarrollados anunciaron multibillonarios rescates a bancos también multibillonarios. Los estados más ricos coordinaron poner en el sistema financiero algo así como 4,5 billones de dólares (U$ 4.500.000.000.000) para evitar el colapso del capitalismo tal como lo conocemos, que supuestamente podría derrumbarse por culpa de esos mismos bancos. Eso, sin tener en cuenta los paquetes de ayuda fiscal y demás desembolsos prometidos para la economía real.

Debe estar al tanto de que en el mundo hay 1500 millones de personas que viven con menos de un dólar al día (U$ 1), según las Naciones Unidas. Si a ellos se destinara ese dinero –muchos viven en África, que tanto agradece su constante preocupación - tendrían 3.000 dólares cada uno para montar un emprendimiento.

Podríamos ampliar más la cantidad de posibles beneficiarios de esa ayuda que los países desarrollados están dispuestos a brindar. El mundo tiene, siempre según la ONU y sus derivados, 2.700 millones de pobres. Cada uno recibiría 1800 dólares si se repartieran entre ellos los U$ 4.500.000.000.000. Una familia tipo, de cuatro integrantes, contaría así con 7.200 dólares.

No pretendemos tal exageración libertina, ingenua y nada capitalista. Pero creemos que el ejemplo es válido para llamar su atención.

Nos gustaría agregar que en nuestro país, Argentina (madres de Plaza de Mayo, Abuelas de la misma Plaza, Maradona...), necesitaríamos apenas el 0,046% de ese dinero al mes, 2.100 millones de dólares, (U$ 2.100.000.000) para erradicar la pobreza, ya que el oficial Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) estima que 7,12 millones de personas no cubren una canasta básica valuada en 300 dólares.

Con esto, entiéndanos, no pedimos detener los necesarios paquetes de ayuda. Nos gustaría, si no es mucho pedir, redireccionarlos. Probablemente usted tenga su dinero repartido entre varios de esos bancos. Pero confiamos en que sabrá dejar sus intereses de lado en pos del bien general.

Sin otro particular, y a la espera de una pronta respuesta o de un próximo disco, lo saludamos muy atentamente

Staff de la verdad de la milanesa

jueves, 16 de octubre de 2008

¿Quién?

Me llamo Esteban –me contó mi vieja- porque era el nombre del galán de una telenovela, médico él, que la cautivó cuando estaba embarazada. También me dijo que quería tener una nena y llamarla Julieta. Y que fui Julieta, más o menos, hasta el séptimo mes de gestación.

Esteban quiere decir corona o coronado en griego, supe tiempo después gracias al Libro de los Nombres. Pero, de chico, algunas señoras grandes y algo sordas me decían Sebastián. Durante mi infancia y adolescencia fui Sebastián y tuve infinidad de apodos que mi memoria prometió olvidar.

Muchos me conocen como Rafael, un lindo nombre, que suena a pintor y también a mi apellido. Suelo mandar un mail y firmarlo Esteban Rafele, y recibir como respuesta un “Estimado Rafael” que ya ni me molesto en corregir.

Pero algo cambió hace unos días, cuando descubrí que para Multicanal me llamo Estaban. Eso dice la factura del cable y también el folleto de una amigable promo de banda ancha que me saluda “Hola Estaban” e intenta ganarse mi confianza. Fue entonces cuando me percaté de que el alquiler que pago mes a mes se lo cobran, en realidad, a Estaban.

Así pasé de rememorar a un admirado galán de la tele con nombre de rey a ser el pretérito imperfecto de la tercera persona plural de un verbo. El poco orgullo que me quedaba se resquebraja.