"Ni bilardista ni menottista, cabulero", se define Mirafiori cuando algún desprevenido cronista deportivo le pregunta sobre su estilo de juego. Lo suyo, explica con más tiempo en los programas del cable de la tarde, es la firme creencia en el papel que juega el azar en todos los aspectos de la vida y la más decidida voluntad de invocar a la suerte como elemento en última instancia determinante en cada situación.
Mirafiori no es un improvisado en absoluto. Estudia detalladamente las cartas astrales de los posibles refuerzos al inicio de cada temporada; lee el horóscopo antes de definir la formación del equipo cada fin de semana y consulta a la suerte sobre las lunas y los planetas de sus rivales.
Pero no se detiene ahí. "A la suerte hay que entrenarla", repite ante sus dirigidos, que lo miran absortos hasta que ven cómo los controvertidos métodos de Mirafiori traen victorias que la razón no puede explicar. Ante cada pelota parada en contra, el DT divide a sus jugadores en dos grupos. El primero repite en voz alta, altísima, "kiricocho-kiricocho-kiricocho" hasta que se ejecuta el tiro libre. El segundo hace cuernitos con la mano derecha y se toca un testículo con la izquierda. La pelota llega al área y suele ser cabeceada por un atacante, pero indefectiblemente sale afuera.
Las concentraciones son atípicas. Los ayudantes de Mirafiori llegan al hotel con un cronograma de casamientos y novias a visitar para pedirles el ramo de flores. Suele suceder que quien obtiene el ramo revoleado al aire se convierte en la figura del encuentro del día siguiente. Al principio, claro, la llegada de un plantel del ascenso en un micro escolar a la iglesia no era vista con simpatía por los enlazados. Pero con el correr de las temporadas, la visita se instaló en el mundo de los wedding-planners como signo de buen augurio y de años de felicidad y pasó a formar parte del ritual, con un plus en la tarifa de la boda y todo.
No pasaron demasiadas temporadas hasta que Mirafiori se convirtió en DT de Chacarita, que recién ascendido a Primera intentaba mantenerse en la máxima categoría. Su contratación enervó a los defensores del buen fútbol, que se llenaron la boca de ética e improperios. "Cuéntenle a Guardiola qué rol ocupa la suerte en su exitoso y bello Barcelona, si le dice a Messi que entre con el pie derecho a la cancha y a Iniesta que haga cuernitos, y después hablamos", dijo Cappa antes de que Chaca le ganara uno a cero a Huracán en el debut de Mirafiori, a pesar de las 72 situaciones de gol del Globo. "¡Pero que orto, la concha de su madre!" agregó el literato DT con el resultado consumado.
También irritó a los resultadistas, que no entienden cómo Mirafiori reniega de la pelota parada y el pizarrón y sólo muestra a sus dirigidos videos de Horangel. "A la suerte hay que ayudarla, pero esto es demasiado", dicen que escucharon decir a Bilardo entre sus íntimos, aunque como nadie lo entiende cuando habla, nadie lo dio por seguro.
Apenas cinco partidos lleva Mirafiori al frente del equipo de San Martín y la suerte de Chaca cambió por completo. La tapa de Olé del lunes pasado lo dice todo. Quince puntos sobre quince posibles; con victorias al Central de Mostaza Merlo en el Gigante y el Boca del Coco Basile en la Bombonera incluidas.
Contó Mirafiori que la flor en el ojal del saco fue determinante para ganarle al Canalla y que dudó hasta último momento en usarla porque, si bien es sabida la influencia negativa de las flores en los equipos de Merlo, el DT de Chaca nunca había usado saco ni, mucho menos, flor en ojal. "Son decisiones que uno toma y que, por suerte, salen bien", justificó en la conferencia de prensa.
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