martes, 4 de noviembre de 2008

Banderín arriba




Últimamente quedo en off side más que de costumbre. Termino metido en discusiones que preferiría evitar y la defensa da ese pasito adelante que me deja fuera de juego. Es como si, contra mi voluntad, comprendiera a tipos que cobran el 30% de comisión por un trabajo que en otros lugares del mundo vale menos del 5% y que ahora, pobres, están por quedarse sin nada. O como si entendiera a quienes piden que les devuelvan lo que iban a ganar, que es más de lo que venían ganando. Y todo por no estar de acuerdo con ellos.

Veo banderas del MST vitoreando a la Sociedad Rural y a piqueteros abrazándose con ejecutivos de cuello blanco y río con sorna, orgulloso de que no llego ni llegaré a tanto. Pero sentir que no soy el único que quedó en posición dudosa no me tranquiliza.

“¿Cómo llegaste a esto?”, me pregunta el estudiante de la UBA que hay en mí y leyó a socialdemócratas, marxistas, peronistas de izquierda, anarquistas, y abrazó esas ideas en ese orden –o desorden.

Concluyo que no es mi culpa. Que ellos robaron mi discurso y lo vaciaron de contenido. Reemplazaron ideales por estadísticas y números que, en muchos casos, dibujan en función de sus intereses. Llegan al extremo de hablar de redistribución cuando crece la pobreza y el salario real baja.

Yo hablaba de redistribución del ingreso, pero quería decir otra cosa. También de justicia social, de mejores servicios públicos para todos, de salarios y remuneraciones dignas, de defender y darle oportunidades a tipos que crecieron en la nada de nada. Pero no me refería a esto.

Siento que, dichas por ellos, mis palabras pierden absolutamente todo el sentido reivindicatorio que tenían. Las escucho vacías, graciosas. Pero lo peor no es eso. Lo peor es que nos dejan en off side a los que creemos en ese discurso, mientras que por los costados entran los otros, los que enarbolan la libertad del doble apellido, defienden la propiedad que heredaron del tatarabuelo y se llenan la boca hablando de la misma democracia que reventaron cada vez que consideraron peligrosa –muertos de por medio.

No es mi culpa, me repito. Sigo creyendo en la redistribución del ingreso, en la igualdad de oportunidades, en la justicia social, aunque ya no sé si llamar así a lo que quiero o inventarles otros nombres.

Y mientras me enredo entre las letras y les busco algún significado, el clásico rival triangula, llega a posiciones de gol y amenaza con romper el arco de la mina del atril. El partido es entre ellos y los otros. Nosotros quedamos en off side.


4 comentarios:

Anónimo dijo...

es que es muy sencillo Esteban y siguiendo con tu comparación tal y como en los partidos de futbol no interesa el resultado del tablero, el resultado es siempre el mismo GANAN LOS DIRIGENTES!

Anónimo dijo...

qué lindo texto y qué bien explicás el sentimiento de varios

felicitaciones por el blog compa, promete mucho!

Anónimo dijo...

Al igual que vos creo que es así, no nos queda otra!!!!

Anónimo dijo...

Esteban, acabo de descubrir el blog... muy bien el nombre... y muy buena la nota. Abrazo. Osvaldo Cado